viernes, 21 de septiembre de 2012

SEGUNDO RELATO


Un día triste se convierte en un día divertido
Era un día de invierno de mucho frió. Santiago, Salvador y Roberto tenían 11 años y eran unos niños altos, delgados, con el pelo corto y que jugaban muy bien al fútbol. Estaban aburridos y tumbados en el sofá sin nada a lo que poder jugar con el balón nuevo que le regalaron a Salvador por su cumpleaños. Miraban por la ventana y veían la calle solitaria por que todos sus amigos estaban en sus casas jugando a la consola, viendo la televisión o haciendo los deberes. Al llegar Cristóbal, el padre de Roberto todos se pusieron muy contentos porque querían que los llevaran al polideportivo. Cristóbal cogió las llaves del coche y fueron a comprar pasteles para merendar eran de chocolate, estaban tan buenos que te relamías los dedos. Luego hicieron los deberes y estudiaron. Cuando acabaron Cristóbal los llevó al polideportivo. Al llegar no pudieron jugar en el césped porque estaban los niños mas pequeños entrenando, y acababan a las siete. Así que se fueron a la tienda de chucherías a comprarse gominolas de muchos sabores y figuras, con el dinero que les habían dado sus padres para que se compraran lo que quisieran. Había una gominola que les llamó mucho la atención porque se parecía una estrella de las nieves, era blanca y tenía un sabor muy dulce como el de una piruleta. Al salir vieron un chaval joven que conducía una moto gris que era muy chula. Y nos fuimos al polideportivo porque ya habían terminado de entrenar los otros niños y ya podíamos jugar al fútbol en el césped. Al llegar cogimos el balón y nos pusimos a jugar al fútbol con Enrique que era un niño bajo,un poco gordo y que tenía unas gafas azules. Santiago se puso de portero y Roberto, Salvador y Enrique le tiraban tiros. Enrique es un poco malo jugando al fútbol y de diez veces que tiró no marcó ninguna, todas las tiró fuera de la portería. Enrique tenía que aprender de Salvador y de Roberto porque de diez que tiraran los marcaban todos. Eran las ocho y media de la noche y todos se habían ido menos ellos que seguían jugando al fútbol. Al cabo de un rato estaban agotados y se tumbaron en el césped a ver el atardecer que tenía un color rojo radiante y un naranja claro. Cristóbal vino con el coche a recogerlos porque había ido a comprar una lámpara y como la tienda estaba muy cerca del polideportivo llegó a por ellos para llevarlos a sus casas.

Un día triste y aburrido se volvió en un día alegre y divertido.

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